Perros

Mi perro no viene cuando le llamo

Interesante tema para todos aquellos humanos adoptados por un perrete y que viven con esta preocupación: «mi perro no viene cuando le llamo». Y es que uno de los problemas más frecuentes a los que se tiene que enfrentar el 99,9% de los humanos perrunos es la sordera selectiva de su colega de cuatro patas

 

 

Por todos es sabido que los perros tienen un oído mucho más desarrollado que los humanos, es más, pueden oír perfectamente como abres una bolsa de chuches desde la otra punta de la casa, sin embargo si lo llamamos por su nombre durante el paseo o mientras está jugando en el parque, de pronto se vuelve el más sordo del planeta… ya te puedes desgañitar y dejarte las vísceras gritando su nombre que él como si oyera llover…

 

Nos puede parecer una simpleza el hecho de que no acuda a la llamada, pero creedme, nos debe dar igual que no sepa sentarse cuando le decimos SIT, que no sepa echarse cuando le decimos PLAS, que nos lleve él de paseo al tirar como un poseído de la correa o incluso si nos destroza los zapatos y los cojines. Todo esto no tiene ninguna importancia si llega un día en el que soltamos felizmente a nuestro perrete por la montaña, olisquea algo y sale corriendo para no volver jamás

 

El ejercicio de la llamada debe ser el más importante y el que mejor entrenado debes tener con tu amigo peludo

 

Sin embargo, muchos humanos (entre los que me incluyo), hemos sufrido el desdén de nuestro peludo al llamarlo infinidad de veces y que éste en lugar de venir cada vez se aleja más, como si el llamarle tuviera el un efecto totalmente contrario.

 

 

Pero no desesperéis, este problema no es tan difícil de solucionar como creéis, tan solo hace falta un poco de psicología perruna, una pizca de paciencia y una dosis de dedicación. Con estos ingredientes podremos sanar esa discapacidad auditiva totalmente selectiva!!

 

Recordad, si una bolsa de chuches puede hacer que venga ¿acaso no vamos a poder nosotros?

 

Antes de comenzar a explicar las técnicas para enseñar a nuestro perrete a que venga, vamos a comenzar desde el principio y conocer cuáles son los motivos por los que NO viene cuando le llamamos.

 

 

1.¿Porqué mi perro no acude a la llamada?

Estos puntos son muy importantes para que entendamos que es lo que está sucediendo y que es lo que estamos haciendo «no muy bien» para poder solucionar el problema.

 

1.1. Asociación de su nombre a un estímulo negativo (no viene porque no le conviene)

Vamos a poner un ejemplo, yo soy tu pareja y casi siempre que te llamo es para decirte que no has hecho la compra, o que no has tendido la lavadora o que has dejado los platos por medio, al final dejarás de escucharme o de responder a mis llamadas, es posible que hasta te canses de mi tono de voz autoritario y mandón.

 

Pongamos el ejemplo contrario, siempre que te llamo soy un amor, estoy de buen humor y te hago reír, buena conversación, te pregunto por tus problemas y preocupaciones ¿acaso no me adorarás? yo lo haría 😉

 

 

1.2. Somos una alternativa para cuando no tiene nada mejor que hacer…

Imaginemos ahora que el hablar conmigo es la cosa más soporífera del mundo, no discutimos, no estoy todo el día pegando bronca, pero aburro de tal manera que haría hibernar a un oso en verano… siendo así, ¿me prestarías atención cuando te hablo? ¿o verías un mono tocando los platillos a lo Homer Simpson mientras haces que me escuchas?

Es posible que si llevas dos horas haciendo cola en las rebajas al final acabes por prestarme atención, ya por puro aburrimiento, pero si te pillo viendo un capítulo de tu serie favorita, ahí ya no hay nada que hacer.

 

 

1.3. Se le gastó el nombre de tanto usarlo

Pongamos otro ejemplo práctico, pensemos que todos tuviéramos el mismo tono de voz, o que todos nos llamáramos igual, al principio puede que prestáramos atención y respondiéramos, pero con el tiempo dejaríamos de hacerlo, no porque no estuviéramos escuchando, sino porque al final ya no sabríamos si nos están llamando a nosotros, nos volveríamos «sordos» frente a ese sonido.

 

Esto mismo pasa con nuestro peludo, le hemos llamado tantas y tantas veces cuando no era necesario, que no asocia su nombre a la acción de venir hacia nosotros.

 

 

Así pues tenemos tres motivos por los que no nos hace caso a la llamada:

  1. Tiene asociado su nombre con estímulos negativos
  2. Lo que tiene entre patas es mucho más divertido que lo que le podamos ofrecer nosotros
  3. No tiene asociado su nombre a la acción de venir hacia nosotros

 

Parece que se nos viene un trabajazo encima para revertir estas «pifias humanas», pero no es así amigos, nada está perdido con nuestros peludines, ellos son más listos que nosotros. Lo mejor de todo es que ahora que conocemos los motivos que hacen que no acuda a nuestra llamada podremos corregirlos.

 

2. ¡¡Entrenar la llamada perfecta!!

A partir de ahora, desde el minuto uno, vamos a tener que demostrar a nuestro peludo que cuando pronunciamos su nombre le va ha pasar una cosa genial, fantástica, alucinante e increíble, un festival perruno en toda regla!!

 

¿Quién se resistiría a todo un homenaje de felicidad absoluta? y para lograrlo seguiremos 3 sencillos pasos:

 

2.1. Asociar su nombre a un estímulo super positivo

Le llamaremos por su nombre al mismo tiempo que le premiamos con una chuche super jugosa y apetitosa (un trocito de frankfurt, quesito, jamón dulce…)

 

Para empezar practicaremos en un ambiente controlado dentro de casa, una habitación o el salón de casa, a medida que nuestro peludín vaya haciéndolo mejor pasamos de nivel y probamos al aire libre.

 

Pero recordemos, es importante que se trate de un lugar tranquilo y sin estímulos o distracciones, como un parque alejado y tranquilo, en la montaña… Y al principio lo mantendremos controlado con una correa o cuerda larga de entre 4 o 5 metros. Pasos a seguir:

a) Le enseñamos el premio (comida) y le decimos que se quede quieto, seguidamente nos alejamos y lo llamamos, lo más seguro es que salga corriendo detrás nuestro, pero no importa le llamamos igualmente, de este modo asociará su nombre con la acción de correr feliz a tu lado y conseguir un buen premio jugoso y sabroso.

 

b) Poco a poco iremos complicándolo un poquito, añadiendo lugares con más distracciones ayudándonos de la correa y después volveremos a lugares sin distracciones pero sin la correa.

 

c) Una vez lo hayamos conseguido, el siguiente paso será salir de paseo por una zona sin distracciones y sin la correa, aprovechando los momentos en los que camina hacia nosotros para llamarle por su nombre y darle su chuche super sabrosa.

 

d) Después de hacer esto varias veces iremos complicando el ejercicio y le llamaremos desde más lejos, incluso en los momentos en los que esté distraído olfateando algo del suelo.

 

Perriconsejo: Si llevamos mucho tiempo «gastándole» el nombre y vemos que no avanzamos, será mejor utilizar una palabra para llamarlo, como por ejemplo vamos, ven, aquí…

 

Otra opción que me parece super divertida y efectiva es el juego de la llamada a tres. Debéis ir a un sitio despejado y tranquilo dos humanos y el peludo con sordera selectiva, cada uno de los humanos coge un puñado de chuches y se aleja cogiendo distancia el uno del otro. Mientras uno de los humanos llama al peludín, el otro lo sujeta y no lo suelta hasta que vea claro que se quiere ir a por los premios. Una vez llega al humano que le está llamando, éste le da un buen festín de chuches y caricias y se repite el ejercicio en dirección contraria.

 

Podemos practicar unas cuantas veces, 10 más o menos, o hasta que veamos que el perruno se aburre y ya no nos presta atención, entonces debemos parar y dejarlo para otro día. Siempre hay que parar antes de que se aburra.

 

 

2.2. No asociar nunca más su nombre a un estímulo negativo

A partir de este momento, nunca jamás de los jamases le llamaremos por su nombre cuando debamos reñirlo, si lo hacemos estaremos tirando por tierra todo el trabajo realizado hasta el momento y estropeando la asociación que deseamos conseguir de nombre = momentazo perrifeliz

 

¡Super importante! no riñamos al peludete por no venir cuando le hemos llamado, sí todos lo hemos hecho en algún momento, pero a partir de ahora nunca más. Él que venga a nuestro lado cuando lo llamamos, aunque sea más tarde que pronto, debe ser lo más!!

 

Otra cosa negativa que debemos evitar es llamarle por su nombre cuando está en el parque correteando y dándolo todo con sus perriamigotes para ponerle la correa y volver a casa… ¡¡Errooooooor!! es más que comprensible que se haga el sordo y pase de nuestro careto.

 

 

2.3. Convertirse en el estímulo más interesante y motivandor del mundo

A partir de ahora debemos ser como esa caca seca en el camino, como ese pipi rancio en la farola, como ese pájaro decrépito bajo el seto, o como ese culillo perruno que se muere por olisquear… si amigos míos debemos convertirnos en el estímulo perruno más apetitoso del paseo.

 

 

Pero ser su mayor motivación lleva tiempo y entrenamiento, la motivación hay que construirla con unos buenos cimientos, y por eso debemos empezar en un lugar alejado de las distracciones para poco a poco ir pasando pantallas hasta llegar al monstruo final.

 

Comenzaremos practicando en casa, en un entorno seguro y tranquilo, para pasar a lugares abiertos y sin distracciones hasta llegar a espacios abiertos, concurridos y con muchas motivaciones. A medida que vamos avanzando en el ejercicio y le vamos enseñando que el venir hacia nosotros es lo mejor que puede pasarle, más fácil se va haciendo el que acuda cuando le llamemos en lugares con distracciones.

 

 

2.4. Cuidadito con los fallos

Pensemos que nuestro perruno es como el PIN de la tarjeta del móvil, solo tenemos 3 intentos antes de bloquear el teléfono… y absolutamente NADIE sabe donde puñetas está el dichoso PUK, así que más vale no equivocarnos más de tres veces.

 

Con los peludos pasa prácticamente lo mismo, tenemos un número limitado de errores, en el momento en que le estamos llamando varias veces y no viene, estamos causando el efecto contrario «le enseñamos a desobedecer». Aprenderá a que puede escuchar su nombre 30 veces que no pasa nada, porque él irá cuando le apetezca y no pasará nada…

 

Revertir esta situación sería comenzar de nuevo todos los ejercicios que hemos comentado antes, así que antes de que llegue este momento debemos atraerlo de manera que le apetezca venir, ser esa caca seca, ese pipi rancio… ser apetitoso y estimulante.

 

Primero debemos captar su atención de la manera que se nos ocurra, aunque nos parezca absurda, silbando, moviendo los brazos,… cuando veamos que nos mira correremos en dirección contraria y le llamaremos de la forma más alegre y divertida mientras le enseñamos nuestro objeto de soborno: la pelota, juguete, chuche,…

 

¡Y hasta aquí mis consejos para conseguir la llamada perfecta! esa en la que se te cae la lagrimita de la emoción, en la que ves como tu perruno acude a ti orejas al viento, con la lengua fuera de felicidad y se funde contigo en un abrazo mientras te llena la cara de babas y la boca de pelos,… ¡pero mereció la pena!

 

 

Espero que os sean de ayuda, tanto o más como me sirvieron a mí, y que a partir de ahora podáis practicarlos o transmitirlos a otros humanos desesperados que en lo único que sueñan es en poder tener ese momentazo de reencuentro con su perruno.

 

 

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